7 de junio de 2013

¿Ha cambiado nuestro modo de escuchar y comprar música?

Obviamente, la respuesta es sí. Los adelantos en tecnología y en las comunicaciones han permitido una serie de avances que eran impensables hace unos años (que tampoco son tantos) a la hora de descubrir nuevos sonidos, escuchar nuestros grupos favoritos o también adquirir y consumir música. Habrá quien dirá que se ha perdido mucho del encanto del “ritual” de melómano (con razón), pero también se han ganado muchas ventajas. Como todo, cada momento cuenta con sus virtudes y sus puntos discutibles.

El ritual de la compra y escucha “tradicional”

Antes de la aparición de internet en los hogares, la popularización del formato mp3 y los pequeños reproductores para este formato nos enterábamos de casi todas las novedades musicales por medio de la prensa escrita especializada, la radio o algún que otro programa televisivo. Nos desplazábamos a nuestra tienda de discos y allí curioseábamos durante un tiempo, rebuscando entre estantes a la caza de la referencia que queríamos o bien echando un vistazo a los discos por si alguno nos sorprende de pronto como un gran hallazgo. Además, desde un punto de vista más social, son muchas las conversaciones que han surgido en tiendas de discos tanto entre cliente y vendedor, como entre los propios clientes (que no tenían por qué conocerse entre sí) hablando sobre artistas, haciendo recomendaciones y dando opiniones de un músico o álbum en concreto.

Era todo un ritual, que continuaba y finalizaba ya en casa. Observando con atención la portada del vinilo o cd, palpando su textura, hojeando con cuidado el libreto leyendo cada colaboración, las letras de las canciones, samples incluidos, o los créditos que informan de si una canción en concreto es una versión. El disco adquirido se escucha con gran emoción la primera vez, y se vuelve a reproducir muchas otras veces hasta que ya lo hemos asimilado por completo, atendiendo cada vez a más detalles en los que quizá no habíamos reparado antes.



Por lo que respecta al audio portátil, tras la desaparición del walkman la forma de escuchar música por la calle o durante un viaje, era usando un discman (o en menor medida, un minidisc). Un reproductor de cd portátil, no excesivamente manejable por su tamaño, pero que servía a su propósito con creces. Eso sí, importante llevar además un estuche con varios cds para ir cambiando de uno a otro ya que como mucho disponemos de hora y media de audio.

La etapa de la inmediatez

Llega el acceso generalizado a internet y el formato mp3 se extiende mucho más de lo que en un principio se hubiera pensado. Hay muchos detractores de este formato (principalmente por su compresión de audio, que podría disminuir la calidad de sonido dependiendo del ratio utilizado), y también muchísimas personas a favor, pero no vamos a entrar en este debate ahora, como tampoco en el las diferencias entre vinilo y cd. Aunque como curiosidad, puede ser interesante echar un vistazo a este estupendo artículo que habla precisamente sobre esto.

Son innumerables los sitios web en los que los artistas suben sus trabajos para escucharlos de forma gratuita e incluso descargarlos, encontramos podcasts con sesiones de djs y actuaciones en directo, lugares en donde pueden descubrirse nuevos sonidos tanto como se quiera… Además de la aparición de tiendas como iTunes, Beatport o Emusic (entre muchas otras) que permiten acceder a casi cualquier referencia en cuestión de segundos, sin movernos de casa y por un precio bastante inferior al del formato físico. Eso, sin contar con lo que cada uno pueda encontrar por internet en webs de intercambio de archivos o compartiendo directamente entre usuarios.



La oferta es inabarcable (por eso es necesario un trabajo previo de selección), y nuestra discografía se multiplica de tal manera que a veces tenemos “lista de espera” para escuchar nuestros discos. Como consecuencia de esto, algunas referencias las escuchamos sólo una vez y pasamos a la siguiente, perdiendo ese punto en el cual para apreciar las canciones de un álbum, eran necesarias varias y atentas escuchas. Ya no nos desplazamos físicamente a una tienda, y no tenemos objeto físico que tocar u observar. Sólo una lista de canciones en mp3 con una imagen de portada. Pero quizá este es un precio que hay que pagar a cambio de tener al alcance de  un par de clicks más música de la que jamás hemos tenido. Escuchamos bandas que de otro modo nunca hubiéramos conocido, referencias que sólo podían conseguirse de importación a precios elevados o que directamente, no estaban disponibles en nuestro país. Otra ventaja es por ejemplo, echar un vistazo a los grupos integrantes de un festival y los que no conocemos, poder escucharlos casi inmediatamente para hacernos una idea de lo que hacen. Ahora tenemos acceso a mucho más de lo que una tienda de discos de toda la vida puede ofrecer, y además en un formato que podemos reproducir casi en cualquier parte: en el ordenador, el coche, en la calle o de viaje gracias a reproductores que pueden llevarse a cualquier parte, no pesan y además nos ofrecen muchas horas de música ininterrumpida. Eso sin mencionar los smartphones y servicios en la nube, que permiten escuchar lo que queramos sin necesidad de tenerlo almacenado en nuestro dispositivo.

Lo mejor de ambos mundos

Habrá quien eche mucho de menos el método “tradicional” y lo siga apoyando, y quien considere que nunca hemos estado mejor que ahora a la hora de conseguir música y disfrutarla. Pero como muchas veces ocurre (y por suerte), existen los puntos intermedios. Unos contenidos específicos podemos disfrutarlos a través de internet, pero esto no nos impide ir a una tienda de discos, si tenemos suerte de que siga abierta, y hacernos con nuestro álbum favorito en formato físico. También son cada vez más los artistas que con la compra de un disco en vinilo o cd, regalan una copia digital del mismo para poder escucharla en el dispositivo que queramos. De esta forma, tenemos lo mejor de los dos mundos.



Por un lado, perdemos la emoción de la búsqueda y espera a la hora de comparar música pero ganamos la ventaja de tenerlo “ya” y el acceso a prácticamente todo lo que busquemos. Lo que sí da pena de todo esto es la desaparición de muchas tiendas de discos, lugares de reunión y descubrimiento que han sido parte de la vida de muchos de los que leen este post. Pero todavía quedan tiendas a las que acudir, ferias de coleccionismo, stands en festivales, venta directa de discos en conciertos, sellos discográficos digamos “artesanales” y además contamos con un revival del vinilo (que gracias a los djs nunca se fue del todo), que se deja notar cada vez más.

Así, estos son dos modos de escuchar y comprar discos muy diferentes, pero que finalmente tienen un punto en común: el amor a la música y a las melodías que nos hacen vibrar emocionándonos. Que cada cual escoja su manera de escuchar música o adquirirla y disfrute de ella.

Chema Moog
Colaborador CMA Las Armas

0 comentarios:

Publicar un comentario